El otro día en el metro, me fijaba en la gente y pensaba lo automatizados que estamos en las grandes ciudades.Siempre las mismas rutinas, los mismos trayectos, las mismas caras e incluso los mismos asientos en el tren. Infinidad de personas robotizadas sin aparentes ambiciones, pero de vez en cuando, te encuentras con gente que destaca por encima de los demás, ya sea por la energía que desborda o por los gestos mudos que procesa.
Eran como las 9:00 am y en el vagon de tren estaríamos como 70 personas, cada uno con nuestros pensamientos. !Que grandeza la del ser humano, y que inmensidad de pensamientos en un espacio tan pequeño! A pesar de ello, todos estabamos comunmente unidos por la disparidad de pensamientos. Veía a la gente y me imaginaba sus preocupaciones, desahogos, pensamientos....Vidas completas llenas de alegrías, llantos, sufrimientos, lloros, disgustos, risas...
!Qué grandeza la del ser humano, y que inmensidad de pensamientos en un lugar tan pequeño!
Veía gozos, veía experiencia, veía juventud, timidez, humildad, (Oh!!! humildad; que palabra tan sencilla y que difícil su práctica)
Era una mujer. Una anciana por fuera, pero que rebosaba energía, vitalidad... No actuó de ninguna forma especial y no la escuché ni hablar, pero fueron sus gestos, sus miradas y sus sonrisas las que la desmarcaban de los demás.
Sin duda, una mujer auténtica!!!!
0 comentarios:
Publicar un comentario